Si intentamos acercarnos al mundo de los adolescentes observaremos que viven en un mundo que está en un conflicto continuo con el nuestro.

Este conflicto será utilizado por ellos como una herramienta para conseguir y ensayar su independencia y autonomía, también utilizará este conflicto como medio para formarse una personalidad.

Es, en definitiva, el chico o chica que está buscando su lugar en este mundo.

Como orientación, se tiene que entender que es muy difícil establecer unas normas y principios que orienten nuestras relaciones con ellos y el conflicto que vive en esta edad, pero sí que podríamos establecer y en modo orientativo una serie de normas de comportamientos que pueden ayudarnos a evitar problemas en nuestras relaciones con ellos, sean nuestros hijos o adolescentes con los que nos relacionamos por diferentes razones.

Es importante tener en cuenta que los adolescentes quieren establecer relaciones con el mundo que los rodea, ver que esta forma de relacionarse no es necesariamente un conflicto con nosotros (padres, educadoras, adultos...), sino más bien una forma, muchas veces, de expresar su conflicto interno.

A modo de indicación, en este mundo tanto rico y algunas veces tanto difícil, podríamos apuntar las siguientes orientaciones:

Lo primero y más importante es que hemos de atrevernos a decir NO.

A la hora de poner normas, estas tienen que ser fáciles de entender.

Las normas que pongamos tienen que ser pocas y precisas, si hay muchas los jóvenes no responderán a las mismas y no servirán de nada.

Al mismo tiempo estas normas tienen que ser justas, es decir, que tengan unas consecuencias proporcionales a lo que se pide.

Tienen que ser explicadas y tener un punto de bondad, en ningún caso pueden tener segundas intenciones.

Estas normas deben de ser coherentes, los adolescentes soportan mal las contradicciones. Si hay hermanos, estas reglas tienen que ser iguales para todos ellos, sin distinciones.

Hay que ser consecuente en su cumplimiento, si se ha llegado a un acuerdo, el adolescente tiene el deber de cumplir lo pactado, por ejemplo: si se ha pactado un horario de llegada a casa se tiene que cumplir este horario y no otro, si se acuerda que debe ordenar su habitación una vez en la semana, se debe cumplir y no arreglar su habitación cuando él o ella quiera.

Todas las decisiones que se tomen sobre ellos, tienen que ser compartidas por los dos padres (en el caso de parejas divorciadas es necesario olvidarse de los problemas personales y establecer las mismas normas en cada una de las casas donde puede vivir el adolescente.

En toda la relación con los adolescentes se debe de partir de la comunicación, hay que escoger los momentos oportunos y hacerlo con habilidad y tacto.

En todo momento hay que procurar que el chico o chica no crea que se lo está enjuiciando constantemente.

Y por último, estas normas o consejos tienen que tener como finalidad conseguir que nuestra convivencia sea más buena con nuestros hijos e hijas adolescentes, además es importante, que estas normas pueden y deben de revisarse con el tiempo, no se puede exigir el mismo comportamiento a un chico, chica cuando tiene 18 años que cuando tenía 14 años.