En los casos en los que nuestra relación de pareja esta cuestionada por nosotros y por nuestra pareja, vale la pena asistir a una terapia.
A veces nos vienen a la cabeza pensamientos o preguntas como:
- ¿Cómo son nuestras parejas?
- ¿Qué esperamos de ellos / as?
- ¿Qué mostramos en nuestras relaciones?
- ¿Son buenas nuestras relaciones personales?
- ¿Realmente deseo tener una pareja?
- ¿Estoy dispuesto a aceptar a otra persona en mi intimidad?
Pensar que algo nos está pasando, que las cosas no funcionan bien en nuestras relaciones, es algo sobre lo que todos hemos reflexionado.
Parece que no se lleva el dar algo de nosotros mismos a la persona con la que convivimos, aceptar puntos de vista diferentes, perder un tipo de libertad para ganar otro tipo de libertad, ceder en la convivencia del día a día, así como tampoco el dar importancia a la relación personal que se establece en la pareja. No se acepta nada que implique renunciar a nuestro egoísmo, aunque eso concluya en una mejor relación con nuestra pareja. Eso no se lleva.
Muchas veces la salida fácil a cualquier problema de pareja es la separación. Esta decisión se toma rápidamente, sin importarnos los sentimientos que había en la relación. El dolor que implica la ruptura, la separación, no importa nada.
El fracaso de la relación de pareja es algo que asumimos mucho antes de iniciar la relación, antes de casarnos, antes incluso de convivir. Nuestra premisa es:
“...sino funciona nos separamos...”
Pocas veces ante el fracaso nos atrevemos a recurrir a un profesional que nos ayude en esos momentos a esclarecer qué está pasando.
¿Qué está ocurriendo en esa relación que amenaza con romperse y que muchas veces creemos que es algo por lo que merece la pena luchar? ¿Por qué muchas veces no luchamos y preferimos esconder la cabeza como el avestruz y esperar el final (separación, divorcio)?
En los casos en los que nuestra relación de pareja está cuestionada por nosotros y por nuestra pareja, vale la pena asistir a una terapia. En estas podremos decir y oír todo aquello que muchas veces no nos atrevemos a mostrar ni aceptar. Es un espacio donde no existe el miedo a ser herido, un lugar donde no hay ganador ni perdedor, donde las parejas pueden empezar otra vez a compartir aquello que les hizo un día iniciar una relación. Relación que amenaza con romperse y que no tendrá otro fin más que el fin que quieran ponerle, si es que tiene que tener alguno.